Mirando la última entrada que escribí en este blog me he dado cuenta de que hace ya un año, un año justo, ¡¡increíble!! No voy a ponerme ahora a filosofar sobre el paso del tiempo que en estos días es tema recurrente en todas partes y parece que uno esté obligado decir algo sobre el tema y parecer trascendental. La única realidad, dejando aparte apreciaciones personales sobre el paso del tiempo, es que ha pasado un año entero y no he actualizado ninguna de las entradas con nuevas fotos ni, lo que es más triste, he añadido nuevas entradas al relato de nuestro paso por Japón de hace ya dos años. Si, si, dos años ya y parece que fue ayer y a la vez ha pasado una eternidad.
Pero he dicho que no iba a disertar sobre el paso del tiempo y, siendo prácticos, ahora que me he planteado de nuevo seguir con el relato de aquellos maravillosos días en la tierra del sol naciente e intentar acabarlo al menos antes de que tenga la oportunidad de volver, no vaya a ser que se nos presente, por increíble-casi-imposible-y-tan-poco-probable que nos parezca ahora, la oportunidad de volver a pisar las calles de Tokyo y a tomar unos magníficos sashimi en el pequeño restaurante cerca de la estación de metro de Sendagi y después se me acumule el trabajo de explicar el nuevo viaje con el primero aún sin terminar. Pero como digo, siendo prácticos, voy a intentar verle el lado positivo al hecho de terminar de contar aquellos días pasados ya dos años, que puede parecer poco tiempo, si se piensa, pero que a la vez es el suficiente para distorsionar la realidad de tal manera que el relato de los hechos tenga más parte de onírico y de ficción que de real. Cosa que el fondo, me gusta, me gusta porque desde el momento en que esto dejó de ser una crónica díaria del viaje para convertirse en una rememoración más o menos temprana, lo real pasó a ser recuerdo, un recuerdo basado en la realidad, pero recuerdo al fin y al cabo y ahora, pasados dos años, los momentos aburridos ya se han perdido y sólo quedan los buenos, que hay que decir que fueron los más, y no sólo los buenos, sino los buenos adornados con la voz de la añoranza que recubre cualquier momento con una pátina dorada que te los hace recordar mucho mejores de lo que ya fueron.
Con lo cual, disculpen si, posiblemente, muchos de los datos que van a leer a partir de ahora en las próximas entradas - los que tengan paciencia, ganas y un poco de tiempo para detenerse en este pequeño blog sobre Japón - no sean del todo exactos, quizá algunos un poco exagerados y muy posiblemente muchos acaben siendo completamente irreales por mi mala memoria o simplemente porque prefiero recordarlos de este modo. Pero también disfruten, un poco más si cabe, de los siguientes recuerdos ahora que han sido ya parcialmente destilados y de los que sólo queda poco más que la esencia espesa y anaranjada. Una cosa si que puedo asegurarles, por muchas variaciones, transformaciones y mejoras que mi mente haya podido perpetrar sobre la realidad, todo cuanto van a leer o hayan leído hasta la fecha en este blog, ocurrió de verdad, de eso no tengo la menor duda, aunque a veces llegue a pensar sino fue un sueño.
Una entrada cada quince días es la propuesta para el 2010. Con más ganas, si es que es posible, de repetir el viaje un día de estos y poder darle una esperada, al menos para mi, segunda parte a este blog. Mientras me contentaré escribiendo todo lo posible y leyendo toda esa otra magnífica marea de blogs sobre Japón que pueblan la red que se han vuelto ya imprescindibles para mi y que desde aquí agradezco enormemente a sus autores por colmar con sus escritos mis ganas de japón y mi cada vez mayor curiosidad por esa cultura tan diferente de la mía. No voy a poner nombres ni links porque estaría más de media hora copiando y pegando de la carpeta de favoritos del navegador, pero densen todos por aludidos. Y gracias también a los posibles lectores que lleguen a leer los relatos escritos en Osakyo, un blog con la única pretensión de hacerme de apuntador cuando los recuerdos empiecen a ser cada vez más borrosos, espero que los disfruten ¡nos vemos en japón!
PD. Y sino, en Nueva York, :)
PD (y 2). Para la Srta. Lourdes Porta, si es que es usted quien está traduciendo 1Q84, el último libro de Murakami, le rogaría se diera toda la prisa posible en terminarlo. Empieza a hacerse necesario. Y si necesita alguna ayuda, para picar textos, destilar toneladas de café o buscar esa palabra rebelde que se le resiste, no dude en llamarme, estaré encantado de echarle una mano en lo que pueda.
Actualización: Hace exactamente 1 año, 4 meses y 15 días que volvimos de Japón y no dos años como llevo escribiendo en todo el post, pero vamos, que no cambia mucho el tema...
De Osaka a Tokyo
miércoles, 6 de enero de 2010
martes, 6 de enero de 2009
Algunas fotos en los posts antiguos Nostalgia de viajar
Aprovechando las fiestas, he hecho un poco de orden entre los papelotes y las fotos del viaje a Japón y he actualizado alguno de los posts que ya teníamos hechos sobre el viaje añadiéndole algunas fotos y algún nombre de templo que no recordaba.
Espero que os gusten, no son fantásticas, pero alguna hay que no está mal. Lo más difícil es seleccionar qué foto poner y la inevitable nostalgia que entra al mirarlas y pensar lo lejos que queda ya el viaje y sobretodo las ganas que te entran de volver lo antes posible al descubrir la cantidad de cosas que no pudiste ver y que se quedaron en el tintero por falta de tiempo. En Japón 19 días se quedan en nada y la proporción de cosas vividas y cosas por vivir es tan grande que tienes la sensación de haber estado menos tiempo del que realmente fue. De haber sólo probado un pequeño bocado de lo que oculta el país. Como un pequeño aperitivo para un futuro viaje en el que disfrutarlo con más conocimiento. Pero claro, ir a Japón no es como ir un fin de semana a la playa. Se necesita tiempo y lo más complicado, dinero para el billete de avión. Japón no es un país caro cuando ya se está allí. La comida es muy barata y para dormir hay muchas opciones a muy buen precio. El problema es llegar a hasta allí, ya que un billete de avión puede costarte como mínimo 900 euros... y siempre que lo compres con varios meses de antelación.
Reconozco que estos días me he puesto melancólico con esto de los viajes, vivir en otros lugares y cosas así... ¡Qué se le va a hacer!
Bueno, uno de los propósitos para estos primeros meses del año es acabar todos los posts en borrador sobre el viaje y subirlos de una vez, así que, si hay alguien que vaya siguiendo este blog, una vez a la semana intentaré tener uno listo... ¡Qué lo disfruteis y Feliz 2009, lleno de cosas buenas a raudales!
... Y esperemos que algún buen viaje, aunque sea a la playa... ;)
Espero que os gusten, no son fantásticas, pero alguna hay que no está mal. Lo más difícil es seleccionar qué foto poner y la inevitable nostalgia que entra al mirarlas y pensar lo lejos que queda ya el viaje y sobretodo las ganas que te entran de volver lo antes posible al descubrir la cantidad de cosas que no pudiste ver y que se quedaron en el tintero por falta de tiempo. En Japón 19 días se quedan en nada y la proporción de cosas vividas y cosas por vivir es tan grande que tienes la sensación de haber estado menos tiempo del que realmente fue. De haber sólo probado un pequeño bocado de lo que oculta el país. Como un pequeño aperitivo para un futuro viaje en el que disfrutarlo con más conocimiento. Pero claro, ir a Japón no es como ir un fin de semana a la playa. Se necesita tiempo y lo más complicado, dinero para el billete de avión. Japón no es un país caro cuando ya se está allí. La comida es muy barata y para dormir hay muchas opciones a muy buen precio. El problema es llegar a hasta allí, ya que un billete de avión puede costarte como mínimo 900 euros... y siempre que lo compres con varios meses de antelación.
Reconozco que estos días me he puesto melancólico con esto de los viajes, vivir en otros lugares y cosas así... ¡Qué se le va a hacer!
Bueno, uno de los propósitos para estos primeros meses del año es acabar todos los posts en borrador sobre el viaje y subirlos de una vez, así que, si hay alguien que vaya siguiendo este blog, una vez a la semana intentaré tener uno listo... ¡Qué lo disfruteis y Feliz 2009, lleno de cosas buenas a raudales!
... Y esperemos que algún buen viaje, aunque sea a la playa... ;)
jueves, 25 de septiembre de 2008
el viatge, un buit temporal
Aaaai! Llegir els posts que vas escribint em transporta automàticament a aquells dies, en aquell món tan diferent... sembla increïble, veritat?... ara que ja hem entrat a la tardor i ha arribat el fred tan sobtadament i sense demanar permís, Japó queda tan lluny... aaai!... però només cal una frase, una foto, un so perquè en un tres i no res et tornis a trobar de nou en aquell lloc en concret, en aquella situació... i no puc fer més que somriure. Et veig allà, i ric. Ric de tu, sí, de tu molt!, i també ric de mi, com si no fos jo. I es fa tan estrany haver-hi estat, com no ser-hi ja.
Quan vam arribar a Japó ens anavem repetint: que fort! estem a Japó! Era una sensació tan estranya! Em sap greu perquè no sé raonar-la i per tan no la puc explicar. Però... suposo que... realment era un viatge tan esperat que zas! ja hi erem! I allò era Japó, ni més ni menys! I estavem allà, com si res! I la gent al nostre entorn vivia el fet d'estar allà com la cosa més normal del món, és clar que tots eren japonesos però per nosaltres no era gens normal allò! Estavem a Japó i ningú no en feia ni més ni menys! Bé, no és que esperés altra cosa però la veritat és que això ho feia realment estrany. Saps com quan un està tan content que no hi cap dins del cos i necessita expandir-se i riure i cridar i saltar? Doncs jo crec que tenia un munt de sensacions dins meu que la meva ment era incapaç d' identificar i no podia donar l'ordre al meu cos de: salta! crida! fes alguna cosa! I així, els dos primers dies l'Alexis i jo caminavem pels carrers d'Osaka bocabadats i sense dir-nos res, i quan les nostres mirades es creuaven només sabiem dir: que fort! I reiem.
El viatge és una experiència realment estranya. Montem el nostre dia a dia de petites rutines: els nostres rituals diaris, les responsabilitats, els compromisos, la vida social, els hobbies, etc. La nostra rutina està plena de coses a fer! I d'un dia per l'altre splash! tanques la paredeta, atures tot el tinglado que has montat al teu voltant i te'n vas a l'altra punta de món on encara no hi has construït res: tot és nou, sense costums propis, sense rutines a seguir, sense ningú que t' hi esperi. I t'hi instal.les. Com si fos la cosa més normal del món! D'un dia per l'altra situes el teu cos al bell mig d'un món completament diferent, i apa! segueixes com si res hagués passat. I et despertes al matí, i surts, i camines, i mires, i observes. I vas fent. Sense res a fer. Res que no es vulgui. I vas fent. I menges quan mengen i el que es menja. I dorms i et despertes de nou. I camines més. I vas fent. Sense res a fer. Passes d'una quotidianeitat plena de “coses a fer” a una quotidianeitat “buida” on tot hi cap perquè encara no hi ha res. Tot és per omplir. Tot per escollir. I vius d'aquesta manera, i vas omplint els dies de cultura, de paisatges, de personatges, d'espais, de sensacions, de situacions gracioses (perquè Japó te'n dóna un munt de situacions gracioses!). Sí, m'agrada tenir els dies per omplir. És més, em sembla realment important que el “dia a dia” tingui espais “buits” per anar omplint sobre la marxa, "buits temporals" en els que un no "ha de fer res" i que et permeten acabar d'omplir el dia fent allò que més et ve de gust en aquell precís moment. I és que en un dia ple fins a dalt de tot no hi cap res més! no hi ha lloc per les sorpreses, ni pels descobriments, ni per les propostes inesperades... Un s'aixeca i com un autòmata comença a fer fil per randa tot allò pel que ell mateix s'ha programat: ara cap aquí, ara cap allà. Però un dia "buit", un dia "buit" és un dia inmens! tot hi cap!
A mi, el que em sembla més fascinant del viatge és que és un gran "buit temporal" en el nostre dia a dia.
Quan vam arribar a Japó ens anavem repetint: que fort! estem a Japó! Era una sensació tan estranya! Em sap greu perquè no sé raonar-la i per tan no la puc explicar. Però... suposo que... realment era un viatge tan esperat que zas! ja hi erem! I allò era Japó, ni més ni menys! I estavem allà, com si res! I la gent al nostre entorn vivia el fet d'estar allà com la cosa més normal del món, és clar que tots eren japonesos però per nosaltres no era gens normal allò! Estavem a Japó i ningú no en feia ni més ni menys! Bé, no és que esperés altra cosa però la veritat és que això ho feia realment estrany. Saps com quan un està tan content que no hi cap dins del cos i necessita expandir-se i riure i cridar i saltar? Doncs jo crec que tenia un munt de sensacions dins meu que la meva ment era incapaç d' identificar i no podia donar l'ordre al meu cos de: salta! crida! fes alguna cosa! I així, els dos primers dies l'Alexis i jo caminavem pels carrers d'Osaka bocabadats i sense dir-nos res, i quan les nostres mirades es creuaven només sabiem dir: que fort! I reiem.
El viatge és una experiència realment estranya. Montem el nostre dia a dia de petites rutines: els nostres rituals diaris, les responsabilitats, els compromisos, la vida social, els hobbies, etc. La nostra rutina està plena de coses a fer! I d'un dia per l'altre splash! tanques la paredeta, atures tot el tinglado que has montat al teu voltant i te'n vas a l'altra punta de món on encara no hi has construït res: tot és nou, sense costums propis, sense rutines a seguir, sense ningú que t' hi esperi. I t'hi instal.les. Com si fos la cosa més normal del món! D'un dia per l'altra situes el teu cos al bell mig d'un món completament diferent, i apa! segueixes com si res hagués passat. I et despertes al matí, i surts, i camines, i mires, i observes. I vas fent. Sense res a fer. Res que no es vulgui. I vas fent. I menges quan mengen i el que es menja. I dorms i et despertes de nou. I camines més. I vas fent. Sense res a fer. Passes d'una quotidianeitat plena de “coses a fer” a una quotidianeitat “buida” on tot hi cap perquè encara no hi ha res. Tot és per omplir. Tot per escollir. I vius d'aquesta manera, i vas omplint els dies de cultura, de paisatges, de personatges, d'espais, de sensacions, de situacions gracioses (perquè Japó te'n dóna un munt de situacions gracioses!). Sí, m'agrada tenir els dies per omplir. És més, em sembla realment important que el “dia a dia” tingui espais “buits” per anar omplint sobre la marxa, "buits temporals" en els que un no "ha de fer res" i que et permeten acabar d'omplir el dia fent allò que més et ve de gust en aquell precís moment. I és que en un dia ple fins a dalt de tot no hi cap res més! no hi ha lloc per les sorpreses, ni pels descobriments, ni per les propostes inesperades... Un s'aixeca i com un autòmata comença a fer fil per randa tot allò pel que ell mateix s'ha programat: ara cap aquí, ara cap allà. Però un dia "buit", un dia "buit" és un dia inmens! tot hi cap!
A mi, el que em sembla més fascinant del viatge és que és un gran "buit temporal" en el nostre dia a dia.
martes, 19 de agosto de 2008
Gion moderno Gion tradicional La primera Geisha Un maki extraño Música en medio de la noche
Día 4 / Kyoto (y 4)
Bajamos caminando al centro. Entramos en la parte alta del barrio de Gion y nos comemos unos bocadillos de huevo y jamón en una cafetería y dos tés fríos que casi nos cuestan más caros que los bocadillos.
Aquí en japón la bebida siempre es más cara, en proporción a la comida, es algo que no deja de sorprenderme. A esta hora es díficil encontrar algo más para comer por esta zona, pero necesitamos un pequeño descanso después de tanto templo. La cafetería acaba de abrir y estamos solos, en una gran pantalla de plasma retransmiten un partido de béisbol entre dos equipos japoneses. Nos regalan un pequeño abanico, imagino que para cuando salgamos de nuevo a la calle, dentro del local estamos por lo menos a 6º bajo cero...
Cogemos Hanami-koji dori, dori es calle en Japonés, hacia abajo y cruzamos Shijo dori hacia la parte sur del barrio de Gion, el barrio de la Geishas.
Toda la calle está llena de casas de té de madera del siglo XVII, muchas de las cuales son locales de Geishas y Maikos. Paseamos por Gion miestras anochece poco a poco. La calle está muy animada, es uno de los pocos sitios donde vemos turistas no japoneses. Mientras espero a Raquel junto a una de las casas de té, veo una Geisha que se acerca a pasos cortos pero rápidos. Es la primera Geisha que veo y tardo en reaccionar. Le doy al botón de la cámara justo cuando pasa por mi lado, sin mirar por el objetivo, casi con un poco de pudor. Se que es una tontería. Cuando me doy cuenta hay quince turistas más haciéndole fotos y señalando a la Geisha que pasa de largo sin inmutarse. Parece como si no nos viera. Pasa junto a mi y se mete en una de las casitas de madera tres portales más abajo.
Damos una vuelta más antes de volver a casa por los alrededores de Hanami dori, con las casas que bordean el canal iluminadas desde dentro. La mayoría de restaurantes tienen grandes ventanales y puedes ver a la gente cenando como si fuera una escena de una obra de teatro. Un grupo de chicas entra en una galería vestidas con el kimono ligero de verano. Es la época de los Matsuri, fiestas de verano en japón, y mucha gente sale por la noche con estos kimonos de verano o Yukatas, con estampados muy vivos pero mucho más ligeros y sencillos que los kimonos típicos.
Decidimos volver a casa caminando pensando que no está tan lejos y cenar algo por allí cerca, pero nos equivocamos con los cálculos y paramos en un pequeño restaurante de sopas y makis a cenar. No podemos más.
Yo pido una sopa de fideos y ternera al curri y Raquel se arriesga con unos makis extraños que según creemos entender son especialidad de la casa y un sushi de pulpo gelatinoso. Los maki parecen de Shitaki macerado y tienen un sabor amargo que no acaba de convercer a Raquel, ¡con lo que le gustan los makis! Intento comérmelos yo, es la especialidad de la casa y el cocinero nos mira desde la barra, pero nos dejamos la mitad, es una pena. Nunca sabremos si es que estaman mal hechos o simplemente que no nos gustaban... Raquel lo intenta con el pulpo que parece de goma y rezuma esa especie de salsa que parece baba de caracol. No ha habido suerte esta noche con la cena.
Cerca de casa, pasamos por una escuela de música. A lo lejos se oye como ensaya un grupo de rock y entramos a echar un vistazo. El jardín de la escuela está lleno de bicicletas y maderas apiladas como de viejas escenografías. Está iluminado sólamente por la luz que sale de algunas de las ventanas del edificio. Por una ventana vemos a un grupo de chicos ensayando y en el vestíbulo, un chico de unos 15 años toca el violín de espaldas a la puerta. Nos quedamos un rato escuchando como toca el violín, de el interior sale el sonido de otros instrumentos de cuerda que no vemos.
El edificio está lleno de desconchones y pintadas, parece una especie de escuela de arte.
Antes de subir las escaleras hacia casa, me tomo un helado en un bar Hawaiano en la esquina de Imadegawa con Kaguraoki. Esta noche, cerramos todos los porticones y las puertas correderas de papel para evitar que los grillos nos despierten al día siguiente, pero es inutil, a las 6 de la mañana el sol empieza a filtrarse por las ventanas y el calor es ya insoportable. Estamos en Kyoto y es verano, qué le vamos a hacer.
Calle en la parte alta del barrio de Gion, nada que ver con la parte antigua...
Bajamos caminando al centro. Entramos en la parte alta del barrio de Gion y nos comemos unos bocadillos de huevo y jamón en una cafetería y dos tés fríos que casi nos cuestan más caros que los bocadillos.
Aquí en japón la bebida siempre es más cara, en proporción a la comida, es algo que no deja de sorprenderme. A esta hora es díficil encontrar algo más para comer por esta zona, pero necesitamos un pequeño descanso después de tanto templo. La cafetería acaba de abrir y estamos solos, en una gran pantalla de plasma retransmiten un partido de béisbol entre dos equipos japoneses. Nos regalan un pequeño abanico, imagino que para cuando salgamos de nuevo a la calle, dentro del local estamos por lo menos a 6º bajo cero...
Cogemos Hanami-koji dori, dori es calle en Japonés, hacia abajo y cruzamos Shijo dori hacia la parte sur del barrio de Gion, el barrio de la Geishas.
Shijo dori sobre las siete de la tarde
Calle perpendicular en la zona tradicional del barrio de Gion
Toda la calle está llena de casas de té de madera del siglo XVII, muchas de las cuales son locales de Geishas y Maikos. Paseamos por Gion miestras anochece poco a poco. La calle está muy animada, es uno de los pocos sitios donde vemos turistas no japoneses. Mientras espero a Raquel junto a una de las casas de té, veo una Geisha que se acerca a pasos cortos pero rápidos. Es la primera Geisha que veo y tardo en reaccionar. Le doy al botón de la cámara justo cuando pasa por mi lado, sin mirar por el objetivo, casi con un poco de pudor. Se que es una tontería. Cuando me doy cuenta hay quince turistas más haciéndole fotos y señalando a la Geisha que pasa de largo sin inmutarse. Parece como si no nos viera. Pasa junto a mi y se mete en una de las casitas de madera tres portales más abajo.
Geisha en Hanami-koji dori, en el barrio de Gion
Hanami-koji dori
Damos una vuelta más antes de volver a casa por los alrededores de Hanami dori, con las casas que bordean el canal iluminadas desde dentro. La mayoría de restaurantes tienen grandes ventanales y puedes ver a la gente cenando como si fuera una escena de una obra de teatro. Un grupo de chicas entra en una galería vestidas con el kimono ligero de verano. Es la época de los Matsuri, fiestas de verano en japón, y mucha gente sale por la noche con estos kimonos de verano o Yukatas, con estampados muy vivos pero mucho más ligeros y sencillos que los kimonos típicos.
Chicas vestidas con el Yukata
Nabo gigante en lo alto de un edificio cerca de la estación de metro Sanjo
Decidimos volver a casa caminando pensando que no está tan lejos y cenar algo por allí cerca, pero nos equivocamos con los cálculos y paramos en un pequeño restaurante de sopas y makis a cenar. No podemos más.
Yo pido una sopa de fideos y ternera al curri y Raquel se arriesga con unos makis extraños que según creemos entender son especialidad de la casa y un sushi de pulpo gelatinoso. Los maki parecen de Shitaki macerado y tienen un sabor amargo que no acaba de convercer a Raquel, ¡con lo que le gustan los makis! Intento comérmelos yo, es la especialidad de la casa y el cocinero nos mira desde la barra, pero nos dejamos la mitad, es una pena. Nunca sabremos si es que estaman mal hechos o simplemente que no nos gustaban... Raquel lo intenta con el pulpo que parece de goma y rezuma esa especie de salsa que parece baba de caracol. No ha habido suerte esta noche con la cena.
Cerca de casa, pasamos por una escuela de música. A lo lejos se oye como ensaya un grupo de rock y entramos a echar un vistazo. El jardín de la escuela está lleno de bicicletas y maderas apiladas como de viejas escenografías. Está iluminado sólamente por la luz que sale de algunas de las ventanas del edificio. Por una ventana vemos a un grupo de chicos ensayando y en el vestíbulo, un chico de unos 15 años toca el violín de espaldas a la puerta. Nos quedamos un rato escuchando como toca el violín, de el interior sale el sonido de otros instrumentos de cuerda que no vemos.
Ensayando con el violín a las once de la noche en una escuela cerca de la Universidad de Kyoto
Music
El edificio está lleno de desconchones y pintadas, parece una especie de escuela de arte.
Antes de subir las escaleras hacia casa, me tomo un helado en un bar Hawaiano en la esquina de Imadegawa con Kaguraoki. Esta noche, cerramos todos los porticones y las puertas correderas de papel para evitar que los grillos nos despierten al día siguiente, pero es inutil, a las 6 de la mañana el sol empieza a filtrarse por las ventanas y el calor es ya insoportable. Estamos en Kyoto y es verano, qué le vamos a hacer.
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Viaje a Japon
Heian Shrine Deseos en un árbol
Día 4 / Kyoto (y3)
El Templo Heian Jingu es una reproducción a escala, más o menos dos terceras partes del original, del antiguo Kyoto Gosho del periodo Heian. Se construyó en 1895 para conmemorar los 1100 años de la fundación de Kyoto.
Entramos en el recinto que es gratis. Entre el santuario y la puerta hay una gran explanada de tierra. A ambos lado, cerca del santuario están las puertas de entrada al jardín. Para ver el jardín hay que pagar 600 yens, no tenemos mucho tiempo antes de que cierren, pero decidimos entrar.
El jardín es un camino rodeado de plantas bien cuidadas que rodea un magnífico lago que da la vuelta al santurio por detrás. A izquierda del santuario está expuesto un vagón de tren de la primera linea de tren que hubo en Kyoto y en derecho, el lago se ensancha y lo cruza una puente de madera de estilo chino.
La sinfonía de grillos nos acompaña hasta el lago. Nos sentamos en el puente de madera. Hay algunos turistas japoneses que ríen mientras se secan el sudor con sus pequeñas toallitas.
Salimos del jardín y nos acercamos al Santuario. Por 100 Yens puedes comprar un deseo, o profecía, no sé muy bien, en una taquilla antes de los quemaderos de incienso para luego atarlo a la rama de un arbusto frente al santuario. Si alguien ha visto Lost in translation, hay una escena en que Scarlett Johanson va a visitar Kyoto y hace esto mismo es este mismo árbol.
500 Metros frente al Santuario hay un Torii de acero macizo que aunque esté tan separada del recinto principal, se la considera la entrada al templo. [sigue]
Vista de Heian Jingu desde la entrada
El Templo Heian Jingu es una reproducción a escala, más o menos dos terceras partes del original, del antiguo Kyoto Gosho del periodo Heian. Se construyó en 1895 para conmemorar los 1100 años de la fundación de Kyoto.
Entramos en el recinto que es gratis. Entre el santuario y la puerta hay una gran explanada de tierra. A ambos lado, cerca del santuario están las puertas de entrada al jardín. Para ver el jardín hay que pagar 600 yens, no tenemos mucho tiempo antes de que cierren, pero decidimos entrar.
Jardín de Heian Jingu
Puente de piedras que cruza una parde del lago
El jardín es un camino rodeado de plantas bien cuidadas que rodea un magnífico lago que da la vuelta al santurio por detrás. A izquierda del santuario está expuesto un vagón de tren de la primera linea de tren que hubo en Kyoto y en derecho, el lago se ensancha y lo cruza una puente de madera de estilo chino.
Puente de estilo chino
La sinfonía de grillos nos acompaña hasta el lago. Nos sentamos en el puente de madera. Hay algunos turistas japoneses que ríen mientras se secan el sudor con sus pequeñas toallitas.
Japonesas que no paraban de reirse
Salimos del jardín y nos acercamos al Santuario. Por 100 Yens puedes comprar un deseo, o profecía, no sé muy bien, en una taquilla antes de los quemaderos de incienso para luego atarlo a la rama de un arbusto frente al santuario. Si alguien ha visto Lost in translation, hay una escena en que Scarlett Johanson va a visitar Kyoto y hace esto mismo es este mismo árbol.
Deseos atados a las ramas del árbol en el templo Heian Shrine
500 Metros frente al Santuario hay un Torii de acero macizo que aunque esté tan separada del recinto principal, se la considera la entrada al templo. [sigue]
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Templo Ginkakuji Templo Honen-in El camino de la filosofia
Dia 4 / Kyoto (y 2)
Jean-François nos ha dejado la nevera bien llena de comida para el desayuno estilo occidental pero con productos japoneses. Naranjas peladas y sandía en trozos triangulares y un yogur espeso en botes que parecen de queso fresco para untar. Miramos un mapa que nos ha dejado también sobre una mesita en la cocina y marcamos una pequeña ruta de templos para ir por la mañana y por la tarde quizá bajaremos andando al centro. Hay tantos templos en Kyoto que es imposible verlos todos en los tres días que tenemos, así que vamos a tener que elegir. Nos dejamos aconsejar por la guía y las fotos que vemos sobre el mapa. Cerca de casa tenemos un grupo de templos en lo alto de una de las colinas en el este de Kyoto.
Bajamos las escaleras hasta la calle Kaguraoki y seguimos hasta Imadegawa. Siguiendo hacia la derecha todo recto y después de subir una pequeña calle llena de tiendas de recuerdos y comida llegamos al templo Ginkakuji.
Ginkakuji es un templo Zen construido en 1482 por Ashikaga Yoshimasa como una villa para retirarse en los últimos años de su vida. Después de su muerte, la villa fué convertida en templo zen y es una mezcla de la cultura Higashiyama, empezada por Yoshimasa y que está considerada como el inicio del estilo de vida moderno en Japón, y la cultura Zen.
Para entrar en el recinto del templo hay que cruzar unos pasillos rodeados de setos de magnolias. En el interior se encuantran dos edificaciones que están consideradas Tesoro nacional. La primera en el templo en si, que antiguamente se llamaba Kannonden y que tiene dos plantas construidas de forma diferente. La primera planta es de estilo Shoin, el estilo tradicional de las residencias japonesas, y la segunda planta es de estilo templo chino con ventanas del tipo Katuomado, con una especie de arco arabesco en lo alto, y puertas correderas chinas. Por desgracia, este templo estaba siendo resaurado y sólo pudimos verlo desde fuera. Pero a cambio, pudimos ver el Tougudo, un hall budista de estilo Shoin, y sobretodo el magnífico jardín que se elevaba sobre la colina, dejando una vista aerea de todo el templo y parte de kyoto.
Frente al Tougudo, unos operarios estaban construyendo unos monticulos de arena que por lo que parece son típicos de la cultura Higashiyama, pero no descubrimos muy bien si tenían algún significado más aparte del decorativo.
El jardín era realmente increíble.
Nada más salir del templo Ginkakuji me bebo in extremis un Gatorade japonés de naranja, imprescidible antes de continuar. Seguimos por un camino lateral que bordea toda la colina hacia el sur, hasta llegar el templo Honen-in.
Llegamos media hora antes de que cierre el templo, aquí todo cierra a las cinco más o menos, así que si se quieren ver con calma templos, museos y cosas así hay que tenerlo en cuenta y planearlo por la mañana... Entramos en el templo por una puerta lateral. Está completamente vacío. El templo está rodeado literalmente por el bosque y la humedad casi puede masticarse. El sol de media tarde se filtra entre las ramás de los árboles y todo el templo parece sumido en la penunbra. Rodeamos el templo hasta encontrar una obertura que deja el altar al descubierto. Frente a la puerta, hay una verja de metal que oculta otro altar entre los arbustos. Nos descalzamos y nos sentamos un rato en los escalones del templo. Se agradece descansar un poco del calor. Llegan dos chicas japonesas y nos saludan. Se acercan al altar de detrás de la verja y hacen unas reverencias. Se hacen una foto frente al templo con la cámara puesta sobre la verja. Cuando miran como ha salido la foto se echan a reir. Parece que acaban de descubrir a un tipo sudado haciendo el tonto detrás de ellas. No he podido evitarlo. Por suerte parece que les hace gracia y se marchan haciéndome reverencias y riendo.
Un monje cierra los porticones del templo. Salimos por la puerta principal donde nos espera otro monje que nos saluda con una reverencia y cierra la puerta justo después de que salgamos.
La verdad es que la austeridad y la tranquilidad que se respira en Honen-in lo hace más agradable para visitar que a Ginkakuji. Son completamente diferentes, Ginkakuji es mucho más impresionante y detallista, con pinturas clásicas y jardines muy cuidados. Pero Honen-in es un templo en perfecta armonía con la naturaleza que lo rodea, la madera está desgastada y los altares budistas tienen la ornamentación justa para no ser demasiado ostentosos. Hasta casi parece que los grillos se hayan tomado un descanso.
Bajamos hasta tomar El camino de la filosofía, Tetsugaku-no-michi, antiguo paseo de piedra junto a un canal bordeado de árboles donde venían los pensadores en busca de inspiración.
Nos perdemos por algunas callejuelas antes de llegar al Heian Shrine, un espectacular templo lacado en rojo y un precioso jardín. [sigue]
Jean-François nos ha dejado la nevera bien llena de comida para el desayuno estilo occidental pero con productos japoneses. Naranjas peladas y sandía en trozos triangulares y un yogur espeso en botes que parecen de queso fresco para untar. Miramos un mapa que nos ha dejado también sobre una mesita en la cocina y marcamos una pequeña ruta de templos para ir por la mañana y por la tarde quizá bajaremos andando al centro. Hay tantos templos en Kyoto que es imposible verlos todos en los tres días que tenemos, así que vamos a tener que elegir. Nos dejamos aconsejar por la guía y las fotos que vemos sobre el mapa. Cerca de casa tenemos un grupo de templos en lo alto de una de las colinas en el este de Kyoto.
Calle de nuestra casa en lo alto de la colina
Bajamos las escaleras hasta la calle Kaguraoki y seguimos hasta Imadegawa. Siguiendo hacia la derecha todo recto y después de subir una pequeña calle llena de tiendas de recuerdos y comida llegamos al templo Ginkakuji.
Ginkakuji es un templo Zen construido en 1482 por Ashikaga Yoshimasa como una villa para retirarse en los últimos años de su vida. Después de su muerte, la villa fué convertida en templo zen y es una mezcla de la cultura Higashiyama, empezada por Yoshimasa y que está considerada como el inicio del estilo de vida moderno en Japón, y la cultura Zen.
Para entrar en el recinto del templo hay que cruzar unos pasillos rodeados de setos de magnolias. En el interior se encuantran dos edificaciones que están consideradas Tesoro nacional. La primera en el templo en si, que antiguamente se llamaba Kannonden y que tiene dos plantas construidas de forma diferente. La primera planta es de estilo Shoin, el estilo tradicional de las residencias japonesas, y la segunda planta es de estilo templo chino con ventanas del tipo Katuomado, con una especie de arco arabesco en lo alto, y puertas correderas chinas. Por desgracia, este templo estaba siendo resaurado y sólo pudimos verlo desde fuera. Pero a cambio, pudimos ver el Tougudo, un hall budista de estilo Shoin, y sobretodo el magnífico jardín que se elevaba sobre la colina, dejando una vista aerea de todo el templo y parte de kyoto.
Vista del templo Ginkakuji desde lo alto del jardín
Tougondo
Frente al Tougudo, unos operarios estaban construyendo unos monticulos de arena que por lo que parece son típicos de la cultura Higashiyama, pero no descubrimos muy bien si tenían algún significado más aparte del decorativo.
Operarios en el templo Ginkakuji haciendo esculturas de arena
El jardín era realmente increíble.
Vista del jardín desde el Tourondo
En el interior del jardín
Nada más salir del templo Ginkakuji me bebo in extremis un Gatorade japonés de naranja, imprescidible antes de continuar. Seguimos por un camino lateral que bordea toda la colina hacia el sur, hasta llegar el templo Honen-in.
Entrada del Templo Honen-in
Llegamos media hora antes de que cierre el templo, aquí todo cierra a las cinco más o menos, así que si se quieren ver con calma templos, museos y cosas así hay que tenerlo en cuenta y planearlo por la mañana... Entramos en el templo por una puerta lateral. Está completamente vacío. El templo está rodeado literalmente por el bosque y la humedad casi puede masticarse. El sol de media tarde se filtra entre las ramás de los árboles y todo el templo parece sumido en la penunbra. Rodeamos el templo hasta encontrar una obertura que deja el altar al descubierto. Frente a la puerta, hay una verja de metal que oculta otro altar entre los arbustos. Nos descalzamos y nos sentamos un rato en los escalones del templo. Se agradece descansar un poco del calor. Llegan dos chicas japonesas y nos saludan. Se acercan al altar de detrás de la verja y hacen unas reverencias. Se hacen una foto frente al templo con la cámara puesta sobre la verja. Cuando miran como ha salido la foto se echan a reir. Parece que acaban de descubrir a un tipo sudado haciendo el tonto detrás de ellas. No he podido evitarlo. Por suerte parece que les hace gracia y se marchan haciéndome reverencias y riendo.
Un monje cierra los porticones del templo. Salimos por la puerta principal donde nos espera otro monje que nos saluda con una reverencia y cierra la puerta justo después de que salgamos.
Templo Honen-in con turista
La verdad es que la austeridad y la tranquilidad que se respira en Honen-in lo hace más agradable para visitar que a Ginkakuji. Son completamente diferentes, Ginkakuji es mucho más impresionante y detallista, con pinturas clásicas y jardines muy cuidados. Pero Honen-in es un templo en perfecta armonía con la naturaleza que lo rodea, la madera está desgastada y los altares budistas tienen la ornamentación justa para no ser demasiado ostentosos. Hasta casi parece que los grillos se hayan tomado un descanso.
Bajamos hasta tomar El camino de la filosofía, Tetsugaku-no-michi, antiguo paseo de piedra junto a un canal bordeado de árboles donde venían los pensadores en busca de inspiración.
Casas de madera de camino al Heian Shrine (y 1)
Casas de madera de camino al Heian Shrine (y 2)
Nos perdemos por algunas callejuelas antes de llegar al Heian Shrine, un espectacular templo lacado en rojo y un precioso jardín. [sigue]
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Despertarse en Kyoto Ruido ensordecedor El carácter Dainomji en el monte Nyoigatake
Dia 4 / Kyoto
Hace calor. En Kyoto hace mucho calor. Me despierto sobre las seis de la mañana sudando sobre el tatami. Un ruido agudo y áspero se ha ido colando en mi sueño hasta que ha conseguido traerme de nuevo a la realidad y ahora, ese mismo ruido inunda la pequeña casa de madera, parece rodearla, surgir de la vegetación que la envuelve. Miro a Raquel que también se ha despertado y me devuelve mi expresión de asombro. No nos decimos nada, es como si cada palabra que pudiéramos decir fuera a quedar sepultada bajo este estruendo. Me levanto y me acerco a la ventana.
La noche anterior nos dejamos todas las ventanas abiertas con la esperanza de que corriera un poco el aire sin saber lo que nos esperaba por la mañana. El sonido crece y decrece acoplándose en extrañas armonías bitonales que surgen de entre los árboles. Uno: alas abiertas, culo arriba. Dos: Alas cerradas, culo abajo. Estamos rodeados de cigarras excitadas por la ola de calor húmedo que asola Kyoto después de la tormenta de anoche. El sol inunda la habitación. Cierro la ventanas. Cierro las contraventanas y las paredes correderas de papel. El ruido parece apaciguarse. Buenos días, Kyoto.
Una muestra del ruido ensordecedor, no pude evitar grabarlo...
A partir de hoy los grillos nos acompañan durante todo el viaje. Japón está invadido de cigarras. En el bosque y hasta en medio de Tokyo. Donde hay un árbol, seguramente hay una cigarra. Por suerte, hoy a sido un día excepcional, el calor sofocante las hace sonar más ruidosas que de costumbre. ¡Ya es difícil dormir con este calor como para tener este ruido minándote el sueño todos los días!
(Dentro de unos días, el 16 se Agosto, se celebrará el Obon, un rito ancestral para honrar las almas de los antepasados en el que se iluminan con fuego el carácter Daimongi que se ve grabado en el monte Nyoigatake. Este es el Daimongi del este. En el Oeste de Kyoto se ilumina otro Daimonji y rodeando la ciudad se encienden hasta cinco carácteres diferentes para celebrar este rito. Nosotros el 16 estamos ya en Tokyo, así que no hemos podido verlo, otra excusa más para volver a Kyoto algún día...)
De nuevo en Barcelona, intentando librarme del cambio horario, me he de nuevo la serie completa de Evangelion y hemos alquilado Lost In Translation para suplir la añoranza de estar de nuevo en el mundo real de las no-vacaciones. Y para mi sorpresa, ¡Todos los planos de exterior están inundados del ruido de fondo de las cigarras! En Lost In Translation es normal, rodar en Japón debe ser un infierno si eres sonidista, no puedes librarte de ellas si no es doblando la escena completa. Pero para los japoneses debe de ser tan normal que hasta en los dibujos animados, si hay exteriores, tienen que añadirle el sonido de las cigarras si quieren ser fieles a la realidad... en Evangelion hay escenas en las que sólo se oyen las cigarras... y los destrozos de las Eva´s... [sigue]
Hace calor. En Kyoto hace mucho calor. Me despierto sobre las seis de la mañana sudando sobre el tatami. Un ruido agudo y áspero se ha ido colando en mi sueño hasta que ha conseguido traerme de nuevo a la realidad y ahora, ese mismo ruido inunda la pequeña casa de madera, parece rodearla, surgir de la vegetación que la envuelve. Miro a Raquel que también se ha despertado y me devuelve mi expresión de asombro. No nos decimos nada, es como si cada palabra que pudiéramos decir fuera a quedar sepultada bajo este estruendo. Me levanto y me acerco a la ventana.
Cigarra en el tronco de un árbol
La noche anterior nos dejamos todas las ventanas abiertas con la esperanza de que corriera un poco el aire sin saber lo que nos esperaba por la mañana. El sonido crece y decrece acoplándose en extrañas armonías bitonales que surgen de entre los árboles. Uno: alas abiertas, culo arriba. Dos: Alas cerradas, culo abajo. Estamos rodeados de cigarras excitadas por la ola de calor húmedo que asola Kyoto después de la tormenta de anoche. El sol inunda la habitación. Cierro la ventanas. Cierro las contraventanas y las paredes correderas de papel. El ruido parece apaciguarse. Buenos días, Kyoto.
Una muestra del ruido ensordecedor, no pude evitar grabarlo...
A partir de hoy los grillos nos acompañan durante todo el viaje. Japón está invadido de cigarras. En el bosque y hasta en medio de Tokyo. Donde hay un árbol, seguramente hay una cigarra. Por suerte, hoy a sido un día excepcional, el calor sofocante las hace sonar más ruidosas que de costumbre. ¡Ya es difícil dormir con este calor como para tener este ruido minándote el sueño todos los días!
Balcón de nuestro dormitorio en el segundo piso... Si es que parece un remanso de paz...
Vista del monte Nyoigatake desde la habitación
(Dentro de unos días, el 16 se Agosto, se celebrará el Obon, un rito ancestral para honrar las almas de los antepasados en el que se iluminan con fuego el carácter Daimongi que se ve grabado en el monte Nyoigatake. Este es el Daimongi del este. En el Oeste de Kyoto se ilumina otro Daimonji y rodeando la ciudad se encienden hasta cinco carácteres diferentes para celebrar este rito. Nosotros el 16 estamos ya en Tokyo, así que no hemos podido verlo, otra excusa más para volver a Kyoto algún día...)
De nuevo en Barcelona, intentando librarme del cambio horario, me he de nuevo la serie completa de Evangelion y hemos alquilado Lost In Translation para suplir la añoranza de estar de nuevo en el mundo real de las no-vacaciones. Y para mi sorpresa, ¡Todos los planos de exterior están inundados del ruido de fondo de las cigarras! En Lost In Translation es normal, rodar en Japón debe ser un infierno si eres sonidista, no puedes librarte de ellas si no es doblando la escena completa. Pero para los japoneses debe de ser tan normal que hasta en los dibujos animados, si hay exteriores, tienen que añadirle el sonido de las cigarras si quieren ser fieles a la realidad... en Evangelion hay escenas en las que sólo se oyen las cigarras... y los destrozos de las Eva´s... [sigue]
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